A partir de ahora retrocedo el reloj, me siento de cunclillas para que me oigas mejor. Noto tu silencio hiriéndome poco a poco, tu saliva mojando mi cama.
Colocando platos de los que nadie va a comer.
Siento cierto recelo por tu parte.
No me mientas si te digo lo que pienso. Es cierto que a duras penas he conseguido tomar el timón, que ultimamente anochece antes y que te encanta oirme gritar.
Pero existen varios caminos.
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