miércoles, 3 de febrero de 2010

Sweet and dainty


La cafetera está vacía y yo sin ganas de hacer café.

Literatura inerte de siestas sin dormir. He intentado darle vida a un carusel, de tirarme de cabeza a esa habitación de hotel. Aunque está vacía como tantas otras estancias en mi casa, y eso lo sé. Pero juego con ventaja, nadie me vio marchar. Al menos podré jugar con ellos al escondite. Suena aterrador. Desaparecida. Desconocida. Fuera de sí. No cabe en mil palabras ni van a co(a)ntar los versos de una nueva canción. Difuminados campos de colores. Centros de flores torcidas. Arcos de sol y oscuridad, amaneceres repletos de tristeza.

Cierra la puerta. Quiero estar sola.


Quizás, siempre con porcentajes de posibilidad, se excusen en fiestas paganas, en tardes de miércoles o en noches mojadas. Se escondan como me escondí yo, en párrafos negros en neveras vacías con leche de vaca y ganas de nada.


Robe dos pistolas, ninguna bala y tres objetivos.


Robar, disparar y devolverla al comprobar que intenciones sin ánimo de lucro se extasiaron como las últimas noches de verano a vuestro lado.


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