miércoles, 8 de diciembre de 2010

el amor

Esta es la historia de una niña que un día se despertó y solo tenía un recuerdo, uno solo, de toda su vida. En él compartía un sentimiento precioso, y un sentimiento aterrador. Perduró durante horas. Confusa intentó averiguar de qué se trataba, que cosa o persona o sentimiento o extraña situación había llevado a su cerebro a borrar todo lo demás y quedarse con aquel recuerdo. Quiso sin pensar borrarlo de su mente, pero al intentar hacerlo recordó que si borraba aquel recuerdo toda su vida desaparecería. Que nada le quedaba más que aquello. Planteó su vida entonces a partir de lo que quedaba de su memoria. Deshizo como un puzle cada parte de aquel recuerdo, como un puzle lo deshizo y lo distribuyó por el suelo de su habitación. Salió de ahí más de lo que pudo imaginar, lo que antes era solo el mal o el bien, ahora eran caras, eran personas, pudo diferenciar hasta cosas, pero nada, nada le decía nada. Era la ausencia total, la más evidente presencia de todo. Desesperada, junto todo los trozos, las piezas encajaron con la misma facilidad con que las había separado. Pero ahora era distinto. Empezó a sentir que la vida era más que todo aquello, empezó a recordar que no todo empezaba ahí, y que nada acababa ahí. Recordó también que si en ese único recuerdo había sido tan feliz, aunque se tornase a la tristeza al pensar en él, entonces había merecido la pena y más que nunca sonrió con lagrimas en los ojos. Esta vez lloró, lloró de felicidad, lloró de tristeza, de tristeza también lloró.

Quiero pensar que terminó por recordar toda su vida, que recordó que cada detalle cuenta, que cada persona con la que chocaste el hombro una vez, que con cada mirada perdida encontraste un sentimiento nuevo y que si. Que ese recuerdo nunca se borrará, pero que habrá muchos más y de eso, puedes estar segura amiga.

Puerta del Sol 1 de Octubre de 2010

1 comentario:

La sonrisa de monalisa dijo...

Oinssss Clarita! que bonito! (soy bárbara haha)