domingo, 16 de octubre de 2011

Lisboa.


El descampado ya está vacío, acaba de irse el camión de mudanzas con los últimos muebles. Ya no está la cama que tanto tiempo estuvimos buscando, y tanto tiempo nos encontramos. Ya la lavadora no volverá a lavar nuestra ropa interior, donde interiorizamos ambas partes. Ya apenas huelo la comida al llegar de trabajar. Abrazo los peluches que nadie me regaló. 
Solo queda el viento que recoge su sonrisa, y que ahora campa a sus anchas. 
Quedan los recuerdos de una casa que nunca existió. 
Toca sin muchas ansias recoger la basura que nadie quiso tirar. 

No hay comentarios: