miércoles, 12 de mayo de 2010

hablabamos el mismo idioma

Esta vez te vas a sentar en mi escritorio, vas a abrir todos los libros que tengo encima de la mesa, si no son suficientes, te traeré más y cuando hayas acabado de reconocerlos, negociaremos.
Negociaremos como yo solia hacer antes de aparecer tú. Cambiaba burros por manzanas y manzanas por pecados. Escribía en el periódico todo lo que decidia que debía ocurrir. Tramaba emboscadas secretas y fuera de mí. Y sobretodo no compraba caza-moscas y un equipo completo de montaña para irme un día entero a cazar las mariposas que te cosquillean el estómago. Pero ahora llegas tú con papeles imposibles de leer, con practicamente todo con letra pequeña, intentando ponerme la zancadilla en cada silaba. Me pides, si es que lo he entendido bien que olvide toda mi vida anterior que para tú sabiduría sigue siendo la misma que hoy te presento, que me acomode en tu sofá, que vea las peliculas que solo a ti te gustan, que disfrute de tu comida y duerma contigo por las noches, (que alguna noche, si quieres, me dejaras mirar para otro lado).



No pienso firmar ni hoy y mañana. Llevate tu maletín repleto de conversaciones invertebradas al médico, con suerte, te delataras y en poco tiempo podré acogerte como un pobre perrito combaleciente de un fatidico accidente nocturno en una carretera comarcal. Entonces te sentarás en tu sofá a ver MIS películas favoritas y definitivamente no quitaras la mirada de allí hasta que por la noche te vayas a dormir, allí estaré yo. Pero no te haré firmar ningún papel, amor.

Clara.



Los que prefieren la sensatez y huyen de la locura son incapaces de sentir el
amor verdadero.

No hay comentarios: